La Contracción de la Actividad Económica en Venezuela: Un Análisis a Fondo
La actividad económica de Venezuela continúa en un camino descendente, como muestra el reciente reporte del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), que identifica una caída del 2,7% en el primer trimestre de 2025 en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este fenómeno, que se manifiesta en diversos sectores, es un reflejo de la crisis económica que ha afectado al país en los últimos años, donde el sector no petrolero ha sufrido una contracción del 5%, contrarrestando el modesto crecimiento del 7,4% en la actividad petrolera. La combinación de estos factores ha condicionado notablemente la situación económica general, provocando efectos adversos en el consumo interno y en la recaudación fiscal.
Uno de los indicadores más preocupantes es la caída del 11,7% en la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), un termómetro clave del consumo en la economía. Además, el gasto público real ha disminuido en un 9,4%, lo que refleja no solo una reducción en la inversión del gobierno, sino también una contracción en la capacidad de los ciudadanos para consumir. Este panorama establece un círculo vicioso que hace aún más difícil la recuperación y el desarrollo sustentable del país. La situación se agrava por la aceleración en la inflación, que, junto con la creciente inestabilidad cambiaria, ha ampliado la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, afectando la transaccionalidad y la continuidad de los negocios.
El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) también prevé un panorama sombrío para finales de 2025, anticipando una contracción adicional del -2,05% en la actividad económica. Se espera que la inflación cierre en un alarmante 220,94%, lo que evidencia el fuerte repunte inflacionario que impactará a los ciudadanos y a la economía en general. Así, los pronósticos sugieren una caída del Producto Interno Bruto (PIB) total del 2,05%, combinada con una contracción del 11% en la producción petrolera y una reducción del 20% en las exportaciones de hidrocarburos.
En este contexto, la economía no petrolera mostrará un desempeño dispar. Los sectores de comunicaciones, comercio y manufactura se perfilan como los más capaces de resistir la crisis, aunque las tasas de expansión se proyectan moderadas, oscilando entre el 1% y el 3%. Sin embargo, otros sectores, como la construcción, electricidad y agua, así como el sector financiero y los servicios gubernamentales, se encuentran en una situación más complicada, con expectativas de estancamiento o incluso un retroceso.
La caída del consumo interno y el descalabro de la recaudación fiscal son síntomas de una economía que ha perdido dinamismo y que enfrenta grandes retos. La inestabilidad cambiaria, un problema estructural en la economía venezolana, se manifiesta en dificultades para la transacción comercial y la inversión, lo que impacta negativamente en la actividad económica. Todo esto sitúa al país en un estado de incertidumbre, donde las expectativas de los ciudadanos se ven frustradas y la confianza en el sistema económico se erosiona continuamente.
A medida que el país se acerca al final de 2025, queda claro que la recuperación económica de Venezuela dependerá de un cambio estructural significativo, que aborde tanto las crisis inflacionarias como las inestabilidades del tipo de cambio. Sin embargo, sin una política económica coherente y sostenible que fomente la inversión y el consumo, la economía seguirá siendo vulnerable a cambios adversos, perpetuando un ciclo de contracción y descontento social. La respuesta a estos desafíos requerirá un enfoque integral que involucre tanto al sector público como al privado, así como la participación activa de la sociedad civil en la búsqueda de soluciones.
En resumen, Venezuela se enfrenta a una de las crisis económicas más severas de su historia reciente, con proyecciones de contracción y elevados niveles de inflación que agravan la situación social. La formulación de políticas adecuadas será vital para revertir esta tendencia y fomentar un crecimiento sostenible que beneficie a toda la población. Solo a través de un compromiso serio y una visión clara se podrá restablecer la confianza y reactivar la economía de este país rico en recursos pero empobrecido por años de inestabilidad y mala gestión.