La Obra “Los que ríen los últimos”: Un Viaje Dramático entre Payasos y Realidad
La obra “Los que ríen los últimos: doce números para payasos con triple salto mortal”, dirigida por Rafael Barazarte y escrita por Eusebio Calonge, nos presenta un panorama oscuro y reflexivo sobre la vida de tres payasos, interpretados magistralmente por Antonio Delli, Miguel Issa y Wilfredo Cisneros. Ambientada en un vertedero de basura, la historia no se centra en la comedia esperada de los payasos, sino en temas profundos como la resistencia y la desesperanza. A través de diálogos poéticos y actuaciones conmovedoras, la obra plantea un dilema existencial: la búsqueda de la gloria en un mundo que parece plagado de desechos.
La metáfora del vertedero no es casual; simboliza la acumulación de recuerdos y esperanzas perdidas. Los payasos, que alguna vez hacían reír, ahora parecen estar atrapados en una rutina de reflexiones sobre sus fracasos y anhelos. “A nadie le importa hacia dónde vamos hasta que nos perdemos”, dice uno de ellos, subrayando la desazón de su situación. A lo largo de la obra, el público se siente confrontado con la dura realidad que experimentan estos personajes, quienes se esfuerzan por encontrar un sentido a sus vidas y carreras.
La escenografía juega un papel crucial en la narrativa de la obra. Con un entorno austero que carece de telones de fondo y se compone solo de elementos como una bicicleta, una silla de ruedas y una bañera, se enfatiza la precariedad de los personajes. Cada movimiento de los actores y cada silencioso momento se convierten en una forma de comunicación poderosa que atrapa al público en la complejidad de los sentimientos de los payasos. Este espacio escénico reducido se convierte en un lienzo que refleja la lucha y el deseo de trascendencia de sus protagonistas.
A pesar de ser promovida como una comedia, la intención de su director es clara: “no era una pieza para hacer reír”. Barazarte ha optado por una aproximación que resalta la realidad cruda y dolorosa que vive el país, sin la necesidad de recurrir al humor para conectar con el espectador. Esta decisión es efectiva, ya que provoca una reacción emocional profunda y a menudo incómoda. El trabajo de dirección ha consistido en sacar a relucir una verdad escénica que plantea interrogantes sobre la existencia, la realización artística y el propósito.
Los personajes, a través de sus interacciones, retratan una serie de dilemas que reflejan la condición actual de muchos venezolanos. La obra interroga al espectador sobre temas como la migración, el desarraigo y la lucha por encontrar un propósito en medio de la adversidad. Esta conexión con la realidad social del país es particularmente significativa, ya que invita a los asistentes a reflexionar sobre sus propias experiencias y decisiones. La representación de los payasos se convierte así en la voz de una generación que se enfrenta a constantes desafíos.
Con una duración de 53 minutos, “Los que ríen los últimos” logra condensar una experiencia poderosa y conmovedora que, a pesar de su duración breve, impacta profundamente al espectador. El uso de elementos poéticos y la ausencia de risas refuerzan el seguimiento de una narrativa que desafía las convenciones del teatro tradicional. Barazarte concluye, “esta obra plantea la pregunta: ¿me voy o no me voy?”, un dilema que resuena en todos los que buscan un sentido en un mundo en constante cambio. En última instancia, se presenta un retrato de la lucha cotidiana y una invitación a reflexionar sobre nuestra propia existencia y la resiliencia ante la adversidad.