ExxonMobil y el Bloque Stabroek: Consecuencias Geopolíticas y Estrategia en el Mar Caribe

La reciente decisión de la multinacional estadounidense ExxonMobil de devolver aproximadamente el 20% del bloque petrolero Stabroek al gobierno de Guyana no solo es un movimiento legal, sino que también tiene implicaciones geopolíticas significativas. Esta acción se produce en el contexto de una larga disputa territorial entre Guyana y Venezuela sobre la rica región del Esequibo, un área que Venezuela ha reclamado durante más de un siglo. La porción devuelta de Stabroek, que abarca alrededor de 2.534 kilómetros cuadrados, se sitúa en una zona estratégica en el conflicto, intensificando la complejidad de las relaciones entre estos dos países.

El bloque petrolero Stabroek se encuentra frente a la costa del Esequibo, un territorio cuyo reconocimiento ha sido objeto de debate desde el Acuerdo de Ginebra de 1966. Aunque Guyana ha ejercido actualmente la administración de esta región, la soberanía de la misma sigue siendo disputada, lo que otorga a la decisión de ExxonMobil una dimensión crítica. La sección noroeste del bloque, donde se centra esta devolución, es especialmente sensible debido a su proximidad a la proyección marítima del delta del Orinoco, lo que refuerza la interpretación de que la empresa está actuando con cautela y reconociendo implícitamente que partes del bloque no pueden ser exploradas debido a su pertenencia histórica a Venezuela.

Esta devolución se alinea con las normativas establecidas en la Ley de Actividades Petroleras de Guyana (PAA) y ha sido respaldada por informes técnicos presentados por ExxonMobil, los cuales indican que ciertas áreas no tienen viabilidad comercial. El Ministerio de Recursos Naturales de Guyana y la Comisión de Geología y Minas (GGMC) confirmaron que, hasta ahora, 9% del área del bloque ha sido devuelta, mientras que el 11% restante sigue en proceso de transferencia. Este acto no solo refuerza la posición legal de Guyana, sino que también mitiga las tensiones que podrían surgir con Venezuela.

Sin embargo, detrás de esta devolución parece haber una estrategia calculada. A pesar de que no se han llevado a cabo actividades de perforación en la sección noroeste, el hecho de que ExxonMobil no haya explorado completamente esta área sugiere un interés en evitar potenciales conflictos legales y diplomáticos. La zona devuelta carece de campos activos, a diferencia de otras áreas más lucrativas de Stabroek, lo que podría indicar un enfoque racional hacia la gestión de riesgos asociados con la disputa territorial en curso entre Guyana y Venezuela.

La controversia sobre el Esequibo ha resurgido con fuerza en los últimos años, especialmente después de que Venezuela denunciara la presencia de buques de perforación en aguas que considera propias. Las acciones tomadas por Guyana, que incluyen operaciones reportadas de bandera falsa en aguas en disputa, han multiplicado la tensión en la región. Así, la decisión de ExxonMobil de devolver parte del bloque parece estar influenciada no solo por razones legales, sino también por un deseo de reducir la fricción con el vecino país que reclama la misma zona.

A pesar de estas tensiones, ExxonMobil ha demostrado ser un actor clave en la transformación de Guyana en un productor de petróleo relevante en el Caribe. Desde el inicio de sus operaciones, el bloque Stabroek ha producido petróleo en grandes volúmenes, con la Fpso Liza Destiny, por ejemplo, operando desde 2019 y marcando el inicio de la expansión comercial del crudo extraído. La producción ha continuado con otros desarrollos importantes como Liza Fase 2 y Payara, lo que coloca a Guyana en una posición competitiva en la escena petrolera regional, incluso mientras navega en aguas políticas tumultuosas.

ExxonMobil, con una participación del 45% en la producción de estos campos, ha colaborado con socios estratégicos como Hess Corporation y Cnooc, lo que ha permitido no solo el aprovechamiento de los recursos naturales de Guyana, sino también la creación de un entorno dinámico en la industria petrolera. Sin embargo, la operación en aguas aún por delimitar plantea preguntas sobre las implicaciones legales y éticas de estas actividades, en un contexto donde la soberanía territorial es aún un tema candente entre Guyana y Venezuela. La situación sigue evolucionando, y las decisiones futuras de ExxonMobil y otros actores en la región serán cruciales para la estabilidad geopolítica en el Caribe.

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