La danza urbana de Jesús Orta: Un viaje desde la calle hasta el escenario
La danza urbana se manifiesta como la esencia de la vida de Jesús Orta, un reconocido bailarín y coreógrafo de Caracas que lleva años explorando la conexión entre el cuerpo y el movimiento a través de diversos géneros. Desde el mes de marzo de 2025, Orta ha asumido el liderazgo de Teresa DanzaKalle, un colectivo que ha dedicado más de seis años a difundir la danza callejera. Este proyecto, surgido del reconocible Teatro Teresa Carreño, tiene como meta revitalizar las raíces de la danza urbana, incorporando elementos clásicos como los ‘power moves’ y el Breaking. Orta enfatiza la importancia de que cada miembro del grupo reconozca su propio poder y potencial, creando un ambiente vibrante y divertido donde la danza se convierta en una celebración comunitaria.
Orta, quien ha sido galardonado recientemente con la Mención Danza Urbana en el Premio Municipal de Danza de Caracas, ha recibido reconocimiento por su trayectoria y esfuerzo en promover la danza en espacios alternativos. Este premio, que se entregará oficialmente el 28 de abril en el Teatro Principal de Caracas, subraya su dedicación y la relevancia de su trabajo en el ámbito de la danza contemporánea y callejera. También ha sido objeto de numerosos reconocimientos por parte de la Comisión Permanente de Cultura del Consejo Municipal de Caracas, reafirmando su espíritu innovador y su compromiso por la preservación y evolución de la cultura dancística en el país.
Nacido el 22 de julio de 1977 en Caracas, Orta tuvo un primer contacto con la danza a través del icónico vídeo de "Thriller" de Michael Jackson. Aunque al principio su timidez lo llevó a practicar solo, la influencia del Rey del Pop despertó en él una pasión por el baile que nunca se desvaneció. Los movimientos únicos que caracterizan a la cultura urbana se convirtieron en su motor creativo, impulsándolo a explorar nuevas formas de expresión artística desde una edad temprana. No obstante, su camino no fue convencional; Orta optó por una formación autodidacta al no encontrar en el país la capacitación que buscaba.
Durante la década de 1990, Orta se sumergió en el entorno de la danza callejera, asistiendo a diversos eventos donde el ambiente era oscuro y clandestino. Ahí, el new jack swing y otros géneros de hip-hop se convirtieron en sus principales influencias. Tal experiencia le permitió conectar con otros bailarines y músicos, formando parte de conjuntos como Zona 7, un grupo venezolano que fusionaba merengue y hip-hop. Esta etapa fundamental en su trayectoria artística le brindó la oportunidad de desarrollarse y también de comenzar una carrera como instructor de danza, un proceso que considera enriquecedor, pues cada clase se convierte en una oportunidad de aprendizaje.
A medida que su carrera avanzaba, Orta comenzó a diversificar su enfoque artístico, integrando elementos de danza contemporánea y jazz a su repertorio de danza urbana. Fundó D’La Funky, una agrupación que, desde finales de los años 90, ha innovado en las coreografías de baile urbano. Actualmente, dirige Mordente, un colectivo que promueve la percusión corporal en la danza, inspirado por las enseñanzas del percusionista Roberto Castillo. Este enfoque ecléctico resalta la versatilidad de Orta como artista y su capacidad de adaptarse y evolucionar dentro de un ámbito tan dinámico como el de la danza.
La danza urbana, según Orta, no es solo una forma de arte, sino también una herramienta de comunicación y protesta social. Cada movimiento en la calle ofrece una voz a las comunidades y expone realidades a menudo invisibilizadas. Su propuesta artística no solo busca entretener, sino fomentar un espacio donde las nuevas generaciones puedan expresarse, reflexionar sobre su entorno y reivindicar su identidad a través del baile. De esta manera, la danza urbana se convierte en un vehículo para la transformación y la resistencia social.
En conclusión, Jesús Orta representa la convergencia entre la tradición y la modernidad en la danza urbana venezolana. A través de su pasión, compromiso y deseo de innovación, está dejando una impronta duradera en el ámbito dancístico no solo en Caracas, sino en toda Venezuela. Su enfoque en la comunidad, la enseñanza y la autoexpresión asegurarán que la cultura de la danza urbana continúe floreciendo y adaptándose a las nuevas generaciones en los años venideros.