La Situación de Aldo Roso Vargas y la CIDH: Un Llamado a la Justicia en Venezuela
El 19 de agosto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió la Resolución 57/2025, otorgando medidas cautelares a Aldo Roso Vargas, un activista de Voluntad Popular que enfrenta un grave riesgo a su salud, vida e integridad personal en Venezuela. Este pronunciamiento llega en un contexto crítico, donde los derechos humanos están en el centro de la atención internacional. Roso ha sido un defensor de la democracia y, como jefe de campaña para las elecciones presidenciales de 2024, su reciente detención ha levantado alarmas dentro y fuera del país.
Aldo Roso Vargas fue arrestado el 4 de julio de 2024, bajo acusaciones infundadas de planear un sabotaje en las elecciones presidenciales. Desde entonces, ha permanecido detenido en la prisión de Yaguara sin un juicio en curso, lo que implica una violación de sus derechos al debido proceso. Su situación ha sido calificada como de “gravedad y urgencia” por la CIDH, que destaca la falta de atención médica adecuada y el riesgo de un daño irreparable a su salud.
Los familiares de Roso han denunciado que, a pesar de su delicada condición física, no se ha llevado a cabo la cirugía requerida por su médico. Además, han sido excluidos de las evaluaciones médicas recientes, lo que impide que puedan entender la gravedad de su situación. Esta falta de información y acceso es una clara violación de los derechos humanos, puesto que se priva al detenido de recibir el tratamiento médico necesario y adecuado. La incapacidad de Roso para acceder a su defensa legal también plantea serias preocupaciones sobre su derecho a un juicio justo.
La CIDH ha exigido que el Estado venezolano tome medidas concretas para proteger a Roso, incluyendo una valoración médica inmediata y la garantía de atención especializada. La comisión también ha instado al gobierno a permitir que los familiares y el abogado de Roso tengan acceso a la información sobre su estado y a su expediente penal. Estas recomendaciones son fundamentales no solo para el bienestar de Roso, sino también para establecer un precedente en la defensa de los derechos humanos en el país.
No obstante, la respuesta del Estado venezolano ha sido limitada y, en muchos casos, ausente. La falta de comunicación por parte del gobierno ante la CIDH indica un desinterés por abordar la situación de derechos humanos en su territorio. Esta falta de compromiso resalta la necesidad de una presión internacional adicional para garantizar que se implementen las medidas estipuladas por la CIDH y que se respete la dignidad de todos los ciudadanos, incluidos aquellos que son críticos del régimen.
La situación de Aldo Roso Vargas es un reflejo de las luchas más amplias que enfrentan los activistas y defensores de derechos humanos en Venezuela. La comunidad internacional debe estar atenta y exigir responsabilidad al gobierno venezolano para asegurar que se respeten los derechos fundamentales de todos sus ciudadanos. Cada caso de abuso es un llamado a la justicia y a la necesidad urgente de un cambio en el enfoque hacia los derechos humanos en el país. La CIDH ha abierto una puerta para que se escuchen las voces de los que luchan por la democracia y la justicia en Venezuela.













