Quíbor: La Revolución de la Carpintería Larense en Milán
En la búsqueda de un futuro innovador, Juan Cortizo, un joven diseñador industrial venezolano, se encontró con la necesidad de integrar la rica tradición artesanal de su país en sus creaciones. A pesar de su deseo inicial de diseñar un carro eléctrico, su perspectiva cambió drásticamente cuando su mentor, Jorge Wahbeh, le sugirió centrar su tesis en las técnicas ancestrales de carpintería de Venezuela. Este giro inesperado se convirtió en la base de un proyecto sorprendente que desafiaría la noción de que la modernidad y la tradición no pueden coexistir.
El proyecto, conocido como Quíbor, emergió tras una serie de visitas a pueblos de Barquisimeto, Estado Lara, donde Cortizo y sus compañeros se dieron cuenta de que las tradiciones artesanales aún estaban vivas y luchaban por mantenerse relevantes en un mundo cambiante. A través de su investigación y su comprensión del diseño contemporáneo, Cortizo logró integrar estos elementos en un enfoque fresco que resonaría en el SaloneSatellite 2025 en Milán, una de las plataformas más influyentes del diseño global.
Cortizo, un apasionado de la creación desde su infancia, encontró inspiración en la esencia de la carpintería local y en la perfección de las técnicas que se habían transmitido de generación en generación. Junto a un grupo de maestros carpinteros de Guadalupe, logró desarrollar una serie de productos que no solo eran estéticamente atractivos, sino también funcionales. Su trabajo se centró en repensar cómo se podía fusionar la tradición con la innovación, respondiendo así a un vacío en la estética de los electrodomésticos y otros artículos de uso cotidiano.
La travesía hacia Milán no fue sencilla. La logística de transportar sus piezas y asegurarse de que estas fueran presentadas de la mejor manera posible llevó a Cortizo y a Wahbeh a superar múltiples obstáculos. Sin embargo, a pesar de los retos iniciales, como la falta de un stand para exhibir su trabajo, lograron encontrar soluciones creativas que reflejaron su compromiso y pasión por el diseño. Su participación tuvo un impacto significativo, siendo Cortizo el primer venezolano en recibir una mención especial en esta prestigiosa muestra, lo que subrayó la relevancia del diseño venezolano en el contexto internacional.
Quíbor no solo representa un avance en el diseño moderno, también simboliza una revitalización de las tradiciones artesanales. La colaboración entre Cortizo y los carpinteros locales no solo revalida su trabajo, sino que también genera conciencia sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural. El proyecto busca establecer un modelo económico inclusivo que permita a las comunidades involucradas prosperar, asegurando que estos métodos de producción ancestral sean valorados y sostenibles a largo plazo.
Mirando al futuro, Juan Cortizo y su equipo están comprometidos con la sostenibilidad. Con el objetivo de expandir su producción, planean implementar prácticas que beneficien no solo al medio ambiente, sino también a la comunidad. El deseo de reforestar y asegurar un suministro sostenible de madera es un testimonio de su compromiso con el legado que representan. Quíbor, entonces, no solo se trata de diseño, sino de desarrollo social y ambiental.
En resumen, el proyecto Quíbor es una combinación de arte, tradición e innovación que desdibuja las líneas entre el pasado y el futuro. La historia de Juan Cortizo es un ejemplo inspirador de cómo la juventud puede utilizar la creatividad y la herencia cultural para transformar su entorno. A través del diseño, Quíbor está no solo preservando un legado, sino también forjando caminos nuevos para el futuro del arte y la cultura en Venezuela. En un mundo donde la globalización a menudo amenaza las tradiciones locales, iniciativas como esta ofrecen una respuesta esperanzadora y un modelo para todos aquellos que buscan mantener viva la esencia de su identidad cultural.