Venezuela y la Corte Penal Internacional: La Postura de Jorge Rodríguez
En un reciente evento realizado el 19 de junio en Caracas, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, manifestó su deseo de que Venezuela abandone la Corte Penal Internacional (CPI). Esta declaración tuvo lugar durante una marcha oficialista de apoyo a Irán, en medio del contexto de conflictos que afectan a Medio Oriente. Rodríguez calificó a la CPI como un organismo "mentiroso" que no protege los derechos humanos, lo cual resuena con la postura crítica que ha mantenido el gobierno venezolano respecto a esta institución.
Las declaraciones de Rodríguez reflejan el creciente escepticismo del gobierno de Nicolás Maduro hacia organismos internacionales. En su discurso, el presidente de la Asamblea Nacional enfatizó su deseo de que el gobierno de Maduro anuncie oficialmente la salida de Venezuela de la CPI, posicionando a la corte y a otras entidades similares como herramientas de intervención extranjera, especialmente por parte de Estados Unidos. Esto forma parte de una narrativa más amplia que el gobierno utiliza para deslegitimar las críticas y las investigaciones en su contra.
La CPI ha estado investigando presuntos crímenes de lesa humanidad en Venezuela desde 2021, lo que ha generado tensiones significativas entre el gobierno y esta institución. Las acusaciones que enfrenta el régimen han llevado a Rodríguez y a otros funcionarios a cuestionar la legitimidad de la CPI y su función en el panorama internacional, particularmente en un contexto donde Venezuela busca estrechar lazos con países como Irán.
Durante la marcha, la atmosférica fue de solidaridad con Irán, un país que también enfrenta sanciones y críticas internacionales. La retórica de Rodríguez se posiciona dentro de una estrategia mayor del chavismo para consolidar apoyo interno y promover una imagen de resistencia frente a lo que consideran ataques externos. En este sentido, el discurso anti-CPI se convierte en un elemento más de la narrativa de defensa nacional del gobierno venezolano.
No obstante, Rodríguez no presentó un plan concreto para llevar a cabo la salida de la CPI, ni mencionó un cronograma para implementarlo. Esto deja abierta la pregunta sobre cómo y cuándo se materializaría este deseo. Es importante señalar que, desde que Venezuela firmó el Estatuto de Roma en 2002, un retiro formal requeriría un proceso específico ante las Naciones Unidas, lo cual sería un paso complejo y lleno de implicaciones diplomáticas.
En conclusión, la reciente declaración de Jorge Rodríguez resalta una crítica profunda contra la Corte Penal Internacional, alineándose con una postura que busca desafiar las narrativas internacionales que afectan al gobierno venezolano. Si bien el deseo de abandonar la CPI podría resonar con ciertos sectores de la población, su implementación implica desafíos legales y diplomáticos significativos que aún deben ser considerando por la administración de Maduro.