La situación actual de las Zonas Económicas Especiales en Venezuela: Un análisis crítico
En diciembre de 2024, en un contexto marcado por promesas y expectativas, Nicolás Maduro anunció un ingreso proyectado de 52 mil millones de dólares para los sectores económicos del país entre 2025 y 2027. Este anuncio generó escepticismo, ya que la falta de detalles concretos, como memorandos de entendimiento o contratos específicos con países o empresas, reflejó la opacidad en la gestión de las Zonas Económicas Especiales (ZEE). Estas ZEE se han presentado como oportunidades de inversión, aunque hasta la fecha, los únicos socios firmados han sido China y Rusia. Este centralismo en la toma de decisiones, que concierne a la asignación de recursos y a la planificación económica, ha generado críticas sobre la falta de transparencia y el control burocrático.
La estructura institucional que rige las ZEE es altamente centralizada, con el presidente de la República en la cúspide de la toma de decisiones. La creación de comités consultivos y de participación ciudadana se presenta como un intento de fomentar la transparencia, aunque en la práctica estos organismos apenas se reúnen y no cuentan con poder vinculante. La desconfianza de la población hacia estos mecanismos disminuye aún más la participación civil. A pesar de los esfuerzos proclamados por fomentar la innovación y el crecimiento económico, la realidad es que la burocracia en la gestión de las ZEE ha crecido sin un paralelo aumento en la inversión real o desarrollo industrial.
Uno de los principales desafíos para las ZEE en Venezuela es la ausencia de grandes multinacionales dispuestas a invertir. Los anuncios sobre empresas chinas y rusas son demasiado vagos y no se han concretado en relaciones comerciales efectivas. A nivel mundial, las ZEE han demostrado tener éxito en algunos contextos, pero el entorno político y económico de Venezuela, caracterizado por la inestabilidad y la falta de garantías jurídicas, plantea serias dificultades. Los inversionistas internacionales consideran que en un país con problemas estructurales, incluyendo la carencia de servicios básicos, existe un alto riesgo que desincentiva cualquier intento de inversión.
El modelo económico que se busca implementar mediante las ZEE no ha sido claramente definido en la normativa vigente. Si bien se ha presentado la idea de un enfoque productivo, en la práctica, las ZEE parecen ser más un espacio de explotación de recursos que un terreno fértil para el desarrollo industrial. Mientras que otros países han utilizado sus ZEE para fomentar el crecimiento de sectores tecnológicos y de innovación, las ZEE venezolanas podrían estar alineadas más con un extractivismo perjudicial, que prioriza la explotación de recursos en lugar del desarrollo humano y tecnológico.
La falta de protección ambiental y laboral en las ZEE ha llevado a preocupaciones sobre la destrucción del entorno natural y la explotación laboral. Las normativas laxas permiten actividades perjudiciales para el medio ambiente, y la disminución de derechos laborales genera condiciones precarias para los trabajadores. Los salarios en estas zonas son notablemente inferiores, comparados con estándares internacionales, lo que sugiere que el modelo económico se basa en una mano de obra barata más que en la creación de un entorno sostenible y productivo.
Finalmente, las ZEE en Venezuela representan un enfoque que parece responder más a los intereses de actores externos, principalmente de China y Rusia, que a las necesidades de la población local. A medida que el país enfrenta desafíos enormes, desde la crisis humanitaria hasta la ineficiencia gubernamental, el futuro de las ZEE se plantea incierto. En un contexto donde la dependencia de recursos naturales y el extractivismo son la norma, es fundamental que se replantee el camino que se está tomando, para evitar más daños al bienestar social y a la biodiversidad del país.













