América Latina y la Violencia No Estatal en 2024: Un Análisis
En 2024, el mundo ha sido testigo de la mayor cantidad de conflictos armados desde 1946, según un reciente informe publicado por el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (PRIO). Este informe destaca que América Latina ha emergido como el epicentro de la violencia no estatal, siendo la región con el mayor número de muertes debido a estos conflictos. Este alarmante panorama nos obliga a reflexionar sobre las causas y consecuencias de la violencia en el continente, que ha sido predominantemente atribuida a la actividad de grupos organizados como pandillas y cárteles de drogas.
Un Aumento Global en Conflictos
El informe del PRIO revela que en 2024 hubo un total de 61 conflictos armados en el planeta, distribuidos entre 36 países. Esta situación refleja un aumento significativo en comparación con 2023, cuando se registraron 59 conflictos en 34 naciones. Siri Aas Rustad, redactora principal del estudio, menciona que esta no es solo una tendencia al alza, sino un "giro estructural" en la violencia global, siendo el mundo actual más violento y fragmentado que hace una década. La magnitud y naturaleza de estos conflictos nos enfrenta a un nuevo paradigma que demanda atención urgente.
La Primacía de la Violencia No Estatal en América Latina
Dentro del análisis de los conflictos no estatales, el informe destacó que América Latina fue responsable de cerca de 13,000 muertes, lo que representa el 74% de todas las muertes a nivel mundial en este tipo de violencia. Este escenario es alarmante, particularmente cuando se compara con África, que contabilizó cuatro veces menos muertes en conflictos similares. La violencia en la región está mayormente asociada con la actividad de grupos criminales organizados que operan con altos niveles de impunidad, poniendo en jaque la seguridad pública y el estado de derecho en varios países latinoamericanos.
Conflictos Estatales y el Impacto Global
En cuanto a los conflictos con la participación de al menos un estado, 2024 registró aproximadamente 129,000 muertos, el cuarto año más mortífero desde 1989. Esta cifra ha sido exacerbada por la prolongada guerra en Ucrania y los continuos conflictos en Gaza, que han aumentado la tensión a nivel mundial. Aunque América Latina presenta una menor cantidad de conflictos estatales, los existentes, como los de Colombia y Haití, siguen generando un alto costo humano y social.
La Responsabilidad de las Potencias Mundiales
El informe también hace un llamado a la responsabilidad de potencias como Estados Unidos, sugiriendo que su postura de aislacionismo, promovida por la doctrina "America First" del expresidente Donald Trump, podría fomentar aún más la violencia global. Rustad sostiene que renunciar a los compromisos internacionales sería un grave error con consecuencias duraderas para la humanidad. Este argumento pone de relieve cómo la cooperación internacional es fundamental no solo para la paz y la estabilidad, sino también para la prevención de futuros conflictos en un escenario tan volátil.
La Necesidad de una Acción Coordinada
La escalofriante realidad de América Latina nos enfrentó a la necesidad de una acción coordinada entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil. La violencia, que ha llegado a niveles críticos, requiere de un enfoque integral que aborde las raíces del problema: la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades. Además, es crucial implementar políticas efectivas que fortalezcan las instituciones y promuevan el estado de derecho. La participación activa de la comunidad internacional es indispensable para apoyar estos esfuerzos, garantizando que no solo se aborden las consecuencias de la violencia, sino también sus causas subyacentes.
Reflexiones Finales
En conclusión, el año 2024 ha puesto de manifiesto la complejidad de los conflictos en el mundo, y América Latina aparece como un claro ejemplo de la crisis de violencia no estatal. La interrelación entre la violencia y la política global, así como la urgencia de abordar las causas que alimentan estos conflictos, son temas que deben ser prioridad en la agenda internacional. Solo a través de un enfoque colaborativo y sostenible se podrá mitigar la violencia que plaga a la región y construir un futuro más pacífico para sus habitantes.