Disidentes de las FARC: Un estado de violencia en el suroeste colombiano
Recientemente, el suroeste de Colombia ha sido escenario de una ola de violencia desatada por disidentes de la extinta guerrilla FARC. Este martes, al menos tres personas perdieron la vida en 16 atentados que incluyeron disparos, coches bomba y ataques aéreos con drones. Este fenómeno se produce en medio de un conflicto en curso entre estos grupos disidentes y el gobierno de Gustavo Petro, quien busca implementar una agenda de paz después de años de guerra.
Los ataques son una respuesta directiva de alias Iván Mordisco, el máximo líder disidente, quien ha mantenido una postura beligerante ante las negociaciones de paz. La situación se torna aún más grave tras el atentado contra el senador Miguel Uribe, aspirante presidencial, quien se encuentra en estado crítico tras recibir tres disparos en Bogotá. Este contexto de violencia plantea serias interrogantes sobre la seguridad en el país y la efectividad de las estrategias de paz del gobierno actual.
El general Carlos Triana, director de la policía nacional, ha calificado estos ataques como “indiscriminados”, destacando que se registraron principalmente en los departamentos de Valle del Cauca y Cauca. Además del senador, entre los fallecidos se encuentran dos policías y un civil, y se reportan varios heridos, lo que subraya la gravedad de la situación. Las autoridades han señalado que los ataques apuntaron principalmente a estaciones de policía, lo que evidencia la intención de desestabilizar las fuerzas del orden en la región.
Los actos de violencia coinciden con el aniversario de la muerte de alias Mayimbú, un comandante guerrillero abatido por la policía en 2022. Esta serie de ataques no solo representa un reto al gobierno, sino que también pone de manifiesto la continua lucha por el control del tráfico de drogas en la región. Los disidentes, agrupados bajo lo que se conoce como Estado Mayor Central, están conocidos por su control sobre los cultivos de hoja de coca, el principal insumo para la producción de cocaína. Esto pone en entredicho los esfuerzos del gobierno por reducir el narcotráfico y restaurar la paz.
Las autoridades han manifestado que están cerca de ubicar a Iván Mordisco, quien se cree que se encuentra en la Amazonía tras haber sido herido en un operativo militar. Sin embargo, su estrategia parece incluir la realización de estos atentados como una forma de distraer la atención de las fuerzas armadas. Gustavo Petro ha comparado a Mordisco con el fallecido narcotraficante Pablo Escobar, sugiriendo que su organización no solo busca mantener el control territorial, sino también desafiar abiertamente al gobierno.
El contexto actual revela un panorama complicado para el gobierno de Petro y su agenda de paz. La violencia desatada por los grupos disidentes de la FARC se ha convertido en un obstáculo formidable que desafía cualquier intento de reconciliación nacional. A medida que la situación se desarrolla, se hace evidente que el camino hacia una paz duradera en Colombia será un desafío constante, lleno de tensiones y confrontaciones que requieren respuestas decisivas y efectivas por parte del estado.
En resumen, la escalada de violencia en el suroeste colombiano pone de manifiesto la incapacidad de los esfuerzos de paz actuales frente a un enemigo decidido. La lucha contra el narcotráfico, el control territorial y la demanda de protagonismo político por parte de estos grupos representa un reto multidimensional que requiere no solo acciones militares, sino también estrategias sociales y económicas que aborden las raíces del conflicto. La comunidad internacional observa con atención, mientras Colombia se enfrenta a su mayor desafío en materia de seguridad y paz.