La Legado de Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez
El cuerpo de Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal, ha sido recibido con gran respeto en la iglesia Sagrario Catedral de Táchira, donde permanecerá en capilla ardiente durante tres días. La llegada del cuerpo se produjo la noche del lunes 4 de agosto, a las 9:45 pm, y desde entonces, la comunidad católica y numerosos presbíteros han acudido a rendirle homenaje. El féretro se ubica en la nave central, justo frente al altar, donde el actual obispo de San Cristóbal, Lisandro Rivas, realizó una misa en su honor.
Durante estos tres días de velorio, la comunidad se ha unido para recordar y celebrar la vida y obra de Monseñor Moronta. Su deseo, de ser enterrado a los pies del Cristo del Limoncito en la misma catedral, refleja su profunda conexión espiritual y afectiva con este lugar. Esta decisión simbólica habla de su dedicación y de cómo su legado perdurará entre los fieles de la Diócesis.
Monseñor Mario Moronta asumió el cargo de obispo de San Cristóbal el 18 de junio de 1999. Desde entonces, su trayectoria al servicio de la comunidad ha sido incansable. Durante veinticinco años, dejó una huella permanente en la región, convirtiéndose en un faro de esperanza y guía espiritual para los tachirenses. Su lema episcopal “servidor y testigo” describe perfectamente su estilo pastoral, siempre cercano a los problemas y necesidades de la gente.
A lo largo de su mandato, Moronta se destacó no solo por su labor pastoral, sino también por su enfoque humanitario. Siempre se mostró como un defensor de los derechos humanos y un firme crítico de las injusticias que enfrentaban los más vulnerables. Este compromiso lo llevó a trabajar en proyectos de desarrollo social y a fomentar una cultura de paz y reconciliación en una región marcada por tensiones.
La comunidad ha destacado su carisma y su capacidad para unir a las personas, sin importar su origen. Al referirse a sí mismo, Monseñor Moronta expresaba con orgullo: “Soy un gocho más”, enfatizando su fuerte identidad con la región y su deseo de ser un verdadero servidor del pueblo. Su cercanía con la gente era evidente, y muchos recuerdan sus charlas sinceras y llenas de amor.
A medida que la Diócesis de San Cristóbal se despide de este querido líder espiritual, su legado se mantiene vivo en los corazones de quienes lo conocieron y lo amaron. Monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez no solo fue un obispo, sino un verdadero amigo y defensor de la fe. Su historia, marcada por el servicio y la valentía, continuará inspirando a las nuevas generaciones de católicos en Venezuela y más allá.