Indignación en Colombia por el asesinato de Sara Millerey: un llamado a la justicia y a la igualdad
La reciente muerte de Sara Millerey, una mujer trans de 32 años, ha generado una ola de indignación en Colombia. La víctima fue rescatada por el Cuerpo de Bomberos de Bello, Antioquia, de una quebrada donde, aparentemente, fue arrojada tras ser objeto de violencia. Sara fue encontrada con signos de haber sufrido múltiples heridas y fracturas, y aunque fue trasladada a un centro médico, lamentablemente falleció debido a la gravedad de sus lesiones. Este trágico incidente ha puesto de relieve la violencia y la intolerancia que enfrentan las personas de la comunidad LGBTIQ+ en el país.
La forma en que ocurrió el hecho ha resonado fuertemente en las redes sociales, especialmente un video que muestra a Sara, aún con vida, tirada en el afluente. Este impacto visual ha movilizado a la opinión pública y ha resaltado la necesidad de un cambio radical en la percepción y el tratamiento de la diversidad sexual en Colombia. La indignación llegó hasta el presidente Gustavo Petro, quien a través de su cuenta de X, condenó el asesinato y lo calificó como un acto de "fascismo". En sus palabras, el mandatario destacó que estos actos reflejan una eliminación violenta de las diferencias entre los seres humanos, indicando que el caso de Sara es solo uno entre muchos, expuestos a la violencia por prejuicios.
Organizaciones sociales y colectivos LGBTQ+ han exigido justicia para Sara Millerey y todas las víctimas de crímenes motivados por odio. La Fundación Forjando Futuros emitió un comunicado donde enfatizó que no se puede permitir que tales atroces actos queden sin respuesta. El grupo sostuvo que es inaceptable que, en lo que va del año, más de 23 personas sean asesinadas en Colombia debido a prejuicios y que estos eventos se normalicen. La situación ha resaltado la fragilidad de las vidas de los miembros de la comunidad LGBTIQ+, quienes enfrentan un riesgo constante en su día a día.
La Gobernación de Antioquia ha respondido ofreciendo una recompensa de hasta 50 millones de pesos por información que lleve a la captura de los responsables de la muerte de Sara. Esta medida ha sido considerada un paso en la búsqueda de justicia, aunque muchos activistas argumentan que es necesario un cambio más profundo en la cultura de violencia y discriminación que permea la sociedad colombiana. Es urgente crear espacios de diálogo y educación que permitan sensibilizar a la población sobre la diversidad y el respeto hacia todas las personas, independientemente de su identidad de género y orientación sexual.
Sara Millerey, como muchas personas trans en Colombia, se encontraba en una situación vulnerable, viviendo en condición de calle. Este contexto ha llevado a cuestionar las políticas de inclusión y protección de los derechos de las personas LGBTIQ+, que todavía son insuficientes en el país. La falta de apoyo y recursos para estas comunidades no solo perpetúa la violencia, sino también la exclusión social y económica. Es crucial que el Estado brinde atención integral a estas problemáticas, garantizando el acceso a la salud, la educación y el empleo, para que todas las personas puedan vivir con dignidad.
En conclusión, la muerte de Sara Millerey debe ser un punto de inflexión para la sociedad colombiana. No podemos seguir permitiendo que la violencia y el odio gobiernen nuestras relaciones. Este caso resuena no solo como un llamado a la justicia para Sara y otros que han sufrido crímenes de odio, sino también como una oportunidad para construir una Colombia más justa y equitativa, donde la diversidad sea celebrada y no castigada. La defensoría de los derechos humanos debe ser una prioridad y la lucha contra la violencia de género debe unirse a la lucha por los derechos LGBTIQ+, para así lograr una sociedad en la que todos podamos convivir en armonía.