Atentado contra el periodista Gustavo Chicangana: Un llamado a la protección de la libertad de prensa
El reciente ataque contra el reportero colombiano Gustavo Chicangana ha conmocionado a la comunidad periodística y a la sociedad en general. Chicangana, quien recibió cuatro disparos en un atentado dirigido contra él y su esposa en el departamento amazónico del Guaviare, es un ejemplo del riesgo que enfrentan los comunicadores en regiones marcadas por la violencia. Este incidente resalta la urgente necesidad de medidas efectivas para garantizar la seguridad de quienes ejercen el periodismo en Colombia.
El atentado ocurrió la noche del sábado, a la entrada del hogar de Chicangana, donde ambos fueron heridos y posteriormente atendidos en un hospital local. Según reportes de la Policía Nacional, el periodista sufrió heridas en el hombro izquierdo, cuello y tórax. Las autoridades, así como organizaciones internacionales como la ONU y la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), han expresado su preocupación y condena ante este acto de violencia. Es crucial que el Estado actúe de inmediato para investigar y sancionar a los responsables, así como para implementar medidas de protección para periodistas en zonas de conflicto.
Gustavo Chicangana no es un artículo aislado en la problemática del periodismo en Colombia. Como director de la emisora Guaviare Estéreo y colaborador de Caracol Radio, ha sido blanco de amenazas constantes, especialmente por sus denuncias sobre la violencia de grupos armados en su región. Se ha reportado que hace solo cinco días, Chicangana recibió nuevas amenazas firmadas por un grupo criminal vinculado al narcotráfico. Esta situación pone de manifiesto la gravedad de la situación de seguridad que enfrentan los periodistas en el país, donde muchos se ven obligados a trabajar en un entorno profundamente hostil.
La Fundación para la Libertad de Prensa destacó que Chicangana había solicitado a la Unidad Nacional de Protección una reevaluación de su riesgo, pero lamentablemente, su situación no había sido atendida adecuadamente. A pesar de sus alertas y de haber pedido un refuerzo en su protección, sigue contando únicamente con un escolta. Este descuido por parte de las autoridades refleja una falta de compromiso para proteger a los profesionales de los medios, quienes arriesgan sus vidas por informar a la población.
El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, condenó el ataque y aseguró que se están tomando medidas para dar con los responsables. Las autoridades tienen una recompensa de aproximadamente 12.500 dólares por información que lleve a la captura de los agresores. Sin embargo, el dinero no es suficiente ante el contexto de violencia que impera en el Guaviare, donde los desplazamientos forzados, homicidios y el reclutamiento de jóvenes por grupos armados son una triste realidad.
La situación del periodismo en Colombia es alarmante. En 2024, cinco comunicadores sociales fueron asesinados, y en lo que va de 2025, se ha contado con otros dos asesinatos y más de 57 amenazas. Estos hechos no solo atacan a individuos, sino que minan la libertad de expresión y la democracia en el país. La impunidad en la violencia contra periodistas es un problema que necesita ser abordado con urgencia.
El doloroso caso de Gustavo Chicangana debe servir como un llamado a la acción por parte de las autoridades y la sociedad civil. La seguridad de los periodistas debe convertirse en una prioridad para el Estado colombiano. Es esencial que se implementen políticas efectivas que garanticen la protección de quienes, a pesar del peligro, continúan dedicándose a informar y a ejercer su labor con valentía. La libertad de prensa es un derecho fundamental que debe ser defendido con firmeza y determinación.













