El Proceso del Duelo: Herramientas para Navegar la Pérdida
Conociendo el dolor de la pérdida de manera íntima, puedo decir que la experiencia de perder a un ser querido es devastadora. Soy investigadora del duelo, profesora de trabajo social y viuda. La muerte de mi esposo, Brent, en un accidente por ahogamiento cuando solo tenía 36 años, marcó un capítulo doloroso en mi vida. Aunque ambos éramos profesionales capacitados para apoyar a otros en su duelo, mi propia experiencia me enseñó que ninguna preparación es suficiente para manejar el dolor personal que conlleva la pérdida. Mi trayectoria personal y profesional me ha llevado a comprender cómo el duelo transforma nuestro ser, desencadenando cambios emocionales y físicos que es vital aprender a manejar para poder sobrevivir al proceso de duelo inicial.
El duelo temprano puede resultar desconcertante, especialmente cuando se pierde a alguien fundamental en nuestras vidas. La abrupta interrupción de nuestras rutinas, causada por una pérdida violenta o inesperada, puede sumirnos en un torbellino de emociones y pensamientos. Las preguntas sin respuesta sobre cómo ocurrió la muerte, junto a la imposibilidad de despedirse adecuadamente, añaden un peso emocional difícil de soportar. Las actividades cotidianas, como comer o descansar, a menudo resaltan esa ausencia y generan un dolor adicional que puede ser agobiante. Es un recordatorio constante de que la pérdida afecta no solo nuestras emociones, sino también nuestro cuerpo, pensamientos, y la sensación de seguridad que tenemos en el mundo.
La desregulación emocional es otro efecto frecuentemente experimentado durante el duelo. Las emociones pueden oscilar de manera impredecible, y recordar a un ser querido puede ser un proceso complicado. Cognitivamente, muchas personas enfrentan dificultades para concentrarse y experimentar lapsos de memoria. Este dolor también puede someter al cuerpo a una avalancha de hormonas de estrés, causando insomnio y fatiga que pueden agravar la situación. Estudios sugieren que, tras la muerte de un ser querido, existe un aumento temporal en el riesgo de mortalidad, debido a la presión adicional que el duelo ejerce sobre el cuerpo. Así, la pérdida no solo impacta a nivel emocional, sino también físico y espiritual, desafiando nuestras creencias y valores fundamentales.
Superar estos desafíos puede parecer una tarea monumental, pero la buena noticia es que con el tiempo, muchos comienzan a estabilizarse. Sin embargo, después de una pérdida traumática, es común que la sensación de caos persista. Durante este proceso, es esencial tratarse a uno mismo con la misma consideración que se le ofrecería a alguien que se está recuperando de una cirugía mayor. Realizar pequeñas tareas cotidianas puede parecer un gran logro, y es importante permitirse ese tiempo para simplemente “sobrevivir”. Este enfoque gradual ayudará a afrontar las responsabilidades cotidianas mientras se permite espacio para descansar y recuperarse emocionalmente.
Una de las tareas más importantes en estas primeras etapas es aprender a gestionar y soportar el dolor emocional. Permitir que el peso de la pérdida se sienta es esencial, pero igualmente lo es aprender a alejarse de ese dolor sin caer en la evasión. Este equilibrio es crucial para evitar el estancamiento emocional y el agotamiento. Brent solía decir que el objetivo es “abrazar y dejar ir”. Tomarse descansos intencionados, ya sea mediante distracciones o momentos de calma, puede permitir que uno regrese al duelo sin sentirse completamente consumido. Existe sabiduría en el reconocimiento de que el dolor puede ser abrumador, pero es importante aprender a calmarse cuando las olas de tristeza golpean.
A continuación, presento cinco herramientas sencillas que pueden ofrecer alivio durante los momentos difíciles del duelo. Primero, el contacto físico con uno mismo, asegurando una conexión que a menudo se anhela. Colocar una mano sobre el pecho y reconocer el dolor puede ser reconfortante. También es útil “montarse sobre la ola” de las emociones, resistiendo la tentación de huir de ellas y observándolas durante un breve periodo. En segundo lugar, enfocarse en texturas suaves y reconfortantes puede proporcionar un sentido de seguridad al cuerpo durante momentos intensos. Conocer técnicas como la regulación de la temperatura, usando frío o respiración controlada, puede ser valioso para manejar la sobrecarga emocional.
Calificar el dolor emocional también puede ser una herramienta útil. Preguntarse por qué una sensación es un “7” en lugar de un “10” puede ayudar a identificar los pequeños momentos de alivio; esto puede generar un sentido de esperanza al recordar que el dolor no es constante. A pesar de estos esfuerzos, habrá momentos que se sentirán, sin duda, insoportables. En esos momentos, es crucial recordarte a ti mismo que no necesitas seguir adelante; simplemente sobrevive al momento presente, y busca apoyo de amigos, consejeros o líneas de ayuda si el dolor se vuelve abrumador.
Con tiempo y el apoyo adecuado, es posible comenzar a adaptarse a un mundo que ha cambiado radicalmente. Aunque el dolor puede suavizarse, nunca desaparece por completo. A medida que avanzamos, podemos reconstruir nuestras vidas, entrelazando el dolor con el amor y el valor necesarios para seguir adelante. La gestión del duelo es un viaje personal y único, y es esencial abordarlo con paciencia y compasión hacia uno mismo.













