La Tradición de la Procesión del Santo Sepulcro en Ocumare del Tuy: Un Legado de Fe y Devoción
El Viernes Santo, el municipio Tomás Lander en el estado Miranda se viste de solemnidad y fervor durante la emblemática procesión del Santo Sepulcro en Ocumare del Tuy. Miles de devotos, con los ojos fijos en la reliquia bicentenaria, recorren a pie los aproximadamente cinco kilómetros que separan la Capilla Nuestra Señora de Guadalupe hasta la Basílica Nuestra Señora de Coromoto. Este evento no solo es un testimonio de la fe de sus participantes, sino que también es una herencia cultural que se remonta a generaciones, reflejando el profundo arraigo de la espiritualidad en esta comunidad.
La procesión comenzó a las 8 de la mañana tras la celebración de Laudes, donde hombres y mujeres, algunos descalzos, decidieron mantener un ritmo lento y reverente mientras caminaban sobre el asfalto caliente. Estos promeseros ofrecen sacrificios personales a cambio de favores que han recibido, y sus rostros atestiguan un vínculo espiritual que trasciende lo físico. En sus manos, las velas encendidas brillan como símbolos de esperanza y devoción en un trayecto marcado por oraciones y cantos litúrgicos que resuenan en el aire.
La imagen del Santo Sepulcro, que data de 1818 y ha sido parte integral de esta peregrinación durante los últimos 74 años, es llevada a cuestas por 13 cargadores. Cada paso que dan es un eco de los innumerables Viernes Santos que han tenido lugar en estas calles, generando una atmósfera cargada de historia y fe. Florentino Tovar, portador del Santo Sepulcro desde hace más de cinco décadas, relata cómo su padre le inculcó el amor por esta tradición desde su niñez. La dedicación de Tovar, quien con 80 años continúa activo en la logística del evento, es un reflejo de cómo la pasión y el compromiso hacia la fe pueden unirse a lo largo del tiempo.
La tradición de la procesión se remonta a 1951-1952, cuando trabajadores de la Industria Pampero establecieron la asociación "Socios del Santo Sepulcro" para organizar el evento. Antonio Trejo Calderón, historiador local, recuerda que inicialmente la procesión era adornada frente a la casa de la familia Trejo-Calderón, cargada por 22 personas y acompañada de música sagrada. A lo largo de los años, esta tradición ha evolucionado y se ha mantenido viva gracias al esfuerzo conjunto de la comunidad, que apoya la causa de llevar el Santo Sepulcro hasta la iglesia.
A medida que el sol se pone, el Santo Sepulcro es llevado nuevamente en procesión, ahora acompañado de otras figuras religiosas como La Dolorosa y La Santa Cruz, por las calles del pueblo. Este acto no solo marca el cierre del Viernes Santo, sino que también reafirma la cultura y las creencias que han caracterizado a Ocumare del Tuy. En 1991, la tradición fue reconocida como Patrimonio Cultural Histórico del municipio, lo que subraya su importancia en la identidad local.
Sin embargo, la historia de esta venerada imagen ha estado marcada por desafíos. José Sánchez, un devoto de la Hermandad del Santo Sepulcro, menciona incidentes lamentables que han puesto en riesgo la integridad de la imagen, como el ataque a la capilla donde se albergaba, provocando daños significativos. A pesar de estos contratiempos, la comunidad ha sabido defender su tradición, trasladando la imagen a lugares más seguros y reafirmando su compromiso con la preservación de esta herencia cultural.
La seguridad durante la procesión también se ha convertido en una prioridad. Este año, más de 30 funcionarios de la policía y Protección Civil resguardaron el recorrido, garantizando así que este evento de fe pudiera desarrollarse sin contratiempos y con total devoción. La procesión del Santo Sepulcro no es solo una manifestación religiosa, sino un recordatorio de la importancia de la unidad, la esperanza y el legado que conecta a los habitantes de Ocumare del Tuy con su pasado y su fe. A través de estos actos de devoción, el pueblo sostiene su historia viva, buscando siempre un futuro lleno de fe y tradición.